viernes, 7 de enero de 2011

¿CÓMO INGRESAR A ESTA SENDA?


 
La enseñanza interna también afirma que no hay cómo ir de lo falso a lo verdadero, de izquierda a derecha, sin cruzar el puente del corazón - frase que expresa realidades de muchos niveles: desde la transferencia de la energía del sistema de los chakras al del consciente derecho, hasta etapas de la propia realización espiritual del ser.
 
Por el corazón se llega a un estado de saber sin pensar, deducir, ni analizar. Esa sabiduría es fruto de la unión que el corazón teje para aproximar todo lo que existe a la esencia, hermanando a los seres en un amor que los mueve a la donación y al servicio. Pero el corazón actùa en silencio, y sólo tiene consentimiento para hacerlo cuando el ser irradia sincera aspiracion a una existencia regida por el amor impersonal. El corazón es la sede de la unidad. No es como la mente, que busca señales, confirmaciones. Conoce el lenguaje de la Naturaleza, y sabe que ella enseña con el ejemplo y que sus leyes son adecuadas para los caminos visibles; sin embargo, ve más allá del vacío. Los caminos abstractos se trazan según leyes supranaturales y son descubiertos cuando el ardor del corazón se intensifica, disipando velos, diluyendo fronteras, permitiendo que el ser vislumbre el portal de la inmortalidad.
 
El permiso para transponer ese portal no proviene de la voluntad, del empeño ni de la aspiración del hombre. Son los Instructores internos, representantes de los núcleos profundos del indivividuo, consciencias que todo lo saben, quienes determinan ese sagrado e inigualable momento. En los planos donde la mente densa y morosa acompaña la evolución según ritmos cronológicos, la ley natural impone la sucesión de etapas, pero existen leyes superiores que se apoyan en la concomitancia y en la simultaneidad de vidas y experiencias. Debido a la acción de esas leyes superiores, incluso antes de alcanzar ciertos grados de perfección, se pueden considerar finalizadas las etapas de liberación en el camino del ser.
 
Al reconocer esa liberación, la levedad de los éteres universales se instala en él y se irradia, y en su interior se forman eslabones entre el cosmos tangible y lo intangible. Es un paso accesible, que debe ser profundizado; no obstante, tal como en la verdadera cura - que no se logra usando remedios, sino por el contacto invisible con los núcleos incólumes a la degradación -, la liberación no se obtiene mediante prácticas externas. El hombre tiene que dejarse absorber en el estado de ser libre y romper con la i lusión de que está vinculado a los caminos normales o sujeto a la presión de fuerzas retrógradas.